lunes, 13 de octubre de 2014

El azúcar y los problemas de salud.


     Desde el mes de febrero de este año 2014, motivado por algunas investigaciones que hice, por un post que leí y por un libro de Eve O. Schaub, me aventuré a la Odisea de dejar el azúcar refinada. No sólo me contenté con tomar la decisión para mí, sino que redacté un contrato de renuncia al azúcar refinada el cual, sin coacción alguna, hice que mi familia leyera y si lo consideraban viable o posible lo firmaran para acompañarme en esta aventura.

     Todas mis chicas firmaron, tengo dos (2) hijas, una de ocho (8) años y una de diecisiete (17), mi esposa aceptó con gusto, tal fue la aceptación que de inmediato nos deshicimos de todas las cosas de la despensa que contenían azúcar refinada. Otra parte del contrato también decía: "no consumiremos nada que tenga glutamato monosódico, que procuraríamos no consumir alimentos procesados, menos carnes y más alimentos integrales, + frutas y + verduras".

     Decidimos no comentar nada a nadie, a no ser que alguien notara algún cambio y nos preguntarán... La primera semana fue horrible, mi hija mayor tuvo algunas veces cuadros de hipoglicemia, yo ya sufría de baja de azúcar desde hace mucho tiempo, así que los efectos de la primera semana no fueron tan intensos en mi caso. Me atrevo a comparar la sensación con la misma que experimenta una persona cuando está dejando el alcohol o alguna droga, la ansiedad era tal, que muchas veces pensé en claudicar, pero no, no ninguno lo hizo.

    Ya la segunda semana se comenzaron a sentir los cambios, entre estos destacan, por lo menos en mi caso, una secuencial y no muy rápida pérdida de peso, no me estaba dando más sueño de tarde, durante el día me concentraba más en mis labores, sentía como mi metabolismo estaba asumiendo el cambio. El sentido del gusto se agudizó mucho, las cosas comenzaron a demostrar su sabor, por ejemplo, las frutas como el melón, la patilla, las guayabas, nos resultaban más dulces y sabrosas. Comencé a bajar de talla de la cintura, ya mi vientre no estaba tan grande, la papada disminuyó considerablemente, muchos comenzaron a preguntar si estaba en algún régimen dietético.

     A las preguntas curiosas de la gente que me conoce (amigos y familiares), siempre respondí con la verdad, dejé el azúcar refinada, las reacciones de la mayoría eran, casi siempre, ¡¡estás loco!! muchos decían ¿cómo puedes poner a tus hijas en eso? -La niña necesita consumir azúcar... Todos estos comentarios los asumí en paz y con cierto sentimiento de decepción, al ver como muchos de mis familiares y amigos estaban tan mal informados y como muchos no entendían como trabaja nuestro cuerpo.

     El azúcar refinada, es un 95% o más de sacarosa, un disacárido compuesto por una molécula de glucosa y una de fructosa. La mayoría del azúcar refinada proviene de la caña, en su estado más puro o natural (agrego natural, ya que los azucareros llaman "puro" a la blancura que resulta después del refinamiento), el azúcar de caña es de color ámbar oscuro, ya que está cubierto cada grano de vitaminas (parte del complejo b) y minerales (calcio, fósforo, hierro, magnesio, entre otros), que son tratados como impurezas y se eliminan con la refinación. Dichos componentes, sobretodo las vitaminas, ayudan al organismo a metabolizar con mayor eficiencia los azúcares, por lo que es mucho más recomendable consumir la panela de azúcar o el azúcar morena.

     Hoy en día me encuentro muy saludable, duermo bien, he rebajado en ocho (8) meses, catorce kilogramos (14Kg), sólo con la voluntad de establecer y cumplir este simple contrato de no consumir "azúcar refinada". Los últimos exámenes de salud que me hice hace un mes, arrojaron resultados excelentes, no tengo problemas con la glicemia, ni con ningún otro factor de mi sangre u orina. Me siento bien y quería compartir esta experiencia, que espero les sirva de ayuda en su proceso de mejorar la salud.

      Cabe destacar que el consumir agua alcalina (mezcla de agua con limón y una pizca de bicarbonato de sodio), también me ha ayudado en este proceso. Comer bien, comer sano, debe ser el propósito de todos... Los alimentos procesados, embutidos, enlatados, transgénicos o alterados genéticamente, no son buenos para la salud. Te invito a seguir investigando y preocuparte por tu salud física. Gracias por leer, te deseo paz más allá de toda imaginación.

Gustavo Gil.

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